Según datos recientes, la esperanza de vida actual en España alcanza en la mujer la edad de 95 años, mientras que la menopausia se centra entre los 50-52 años. Esto significa que casi la mitad de la vida de la mujer trascurre tras haber cesado su función ovárica.
La menopausia es la fecha de la última regla por el cese permanente de las menstruaciones que resulta de la pérdida de actividad de los ovarios. Este concepto es retrospectivo, ya que han de pasar 12 meses sin regla para poder definir la edad de la menopausia de cada mujer.
Llamamos climaterio a ese periodo que marca la transición entre el estado reproductor al no reproductor. Durante este periodo pueden surgir una serie de cambios fisiológicos que alteran y deterioran la calidad de vida de la mujer.
A corto plazo pueden producirse sofocos, sudoraciones nocturnas, calambres, hormigueos, cefaleas y algunos otros trastornos.
A medio y a largo plazo pueden asociarse síntomas psicológicos como irritabilidad, ansiedad, depresión o pérdida de concentración y de memoria. La ausencia de estrógenos se asocia a sequedad vaginal, picores, dificultad y dolor en las relaciones sexuales y, especialmente problemas urinarios como infecciones y escapes de orina.
Pero el problema más importante desde el punto de vista sanitario es la osteoporosis. Se calcula que el riesgo de fractura de una mujer de 50 años es cercano al 40%, principalmente fracturas vertebrales y de cadera. Se trata de una patología grave que no sólo condiciona dificultades para los movimientos y la deambulación, sino que supone un alto número de ingresos hospitalarios, cirugías e incluso mortalidad.
Aunque no todas las mujeres presentan estos síntomas al completo, en algunos casos los problemas asociados a la menopausia pueden resultar invalidantes y condicionantes de la calidad de vida. Estos síntomas comienzan ya desde el momento en que empieza a fallar la función ovárica. La menopáusica de hoy es una mujer joven que desarrolla en muchas ocasiones una intensa vida profesional y personal. Los sofocos, los cambios de humor, la sequedad vaginal o las pérdidas de orina pueden limitar y dificultar sus relaciones personales. Más adelante, las secuelas de la osteoporosis son la causa de dolores incapacitantes y limitaciones en la movilidad, así como de fracturas espontáneas y sus consiguientes secuelas.
Para disminuir estos riesgos y mejorar la calidad de vida a corto y a largo plazo existen medidas de salud que deben incorporarse a la vida diaria de la mujer durante el climaterio. No debe obviarse el ejercicio físico, una dieta rica en calcio y un poco de sol que permita absorber la vitamina D, imprescindible en el metabolismo del calcio.
Además, existen medidas farmacológicas que pueden aplicarse para prevenir y tratar estos trastornos. Para reducir los riesgos, tanto la sintomatología a corto plazo como especialmente las secuelas más evolutivas e invalidantes como la osteoporosis, es importante comenzar a aplicar tratamiento desde los inicios del climaterio o en los primeros años tras la menopausia. No hay que tratar todos los síntomas, por lo que se requiere una adecuada evaluación personalizada de cada mujer para conocer y ponderar los beneficios que puedan derivarse de los diferentes tratamientos, minimizando los posibles efectos secundarios en base a una correcta valoración clínica.
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